En general, dentro del mundo de la diabetes tipo 2 está muy extendida la creencia de que dejar los antidiabéticos orales y pasar a la insulinización es un fracaso, tanto del médico como del paciente. Y no es así. Cuando un diabético tipo 2 tiene que ser insulinizado no es porque su medicación deje de funcionar, sino porque la evolución de su enfermedad ha hecho que el páncreas deje finalmente de funcionar (o hacerlo muy débilmente), con lo que cualquier tratamiento oral ya no es efectivo si no se acompaña de insulina. Y cuando la medicación oral es incapaz de controlar los niveles de glucosa, se acompaña de una pauta de insulina que inicialmente suele ser basal. Si aún así tampoco se consigue estabilizar los valores de glucemia del paciente, se acudirá a insulinas rápidas en forma de bolus, como en los tipo 1.
Es relativamente habitual que en la diabetes tipo 2 la evolución de la enfermedad tienda a que el páncreas vaya reduciendo su actividad progresivamente. Sin embargo, la insulinización no sucede siempre y depende en gran medida de la actitud del paciente ante la enfermedad. La insulina no es por tanto un fracaso de ningún tipo, sino simplemente una evolución de la enfermedad en ciertas personas. Aunque es cierto que esa evolución no es algo autónomo, sino algo en lo que nosotros como pacientes tenemos mucho que ver, porque muchas veces el propio paciente con una mezcla de factores como actitud, falta de conocimientos, escasa adherencia… provoca o adelanta la llegada de ese momento. La insulinización puede ser demorada o incluso evitada si el paciente con diabetes es fiel al tratamiento impuesto por su médico. Debe tomar su medicación, y sobre todo, debe ser plenamente consciente de lo que tiene entre manos. Hay que seguir una dieta y hábitos de vida adecuados y acompañarlos de una abundante y diaria dosis de ejercicio físico que ayude a mantener sus glucemias en rangos adecuados, a la vez que mejore muchos otros indicadores (tensión arterial, lípidos, perímetro abdominal…).
Si algo bueno tiene la diabetes tipo 2 es que podemos actuar sobre ella fácilmente durante y sobre todo, antes de su aparición. Podemos prevenirla haciendo una vida sana. Y una vez diagnosticada, podemos mantenerla bajo control y evitar un deterioro y una evolución negativa. La insulinización es tan sólo un paso más en el arsenal terapéutico y nos ayudará a mantener esa diabetes bajo control y sin que genere problemas de salud a medio ni a largo plazo. La insulinización no es el coco, sino tan sólo una herramienta más que pretende evitar males mayores; males que muchas veces el paciente parece no saber… o no querer saber. En diabetes tipo 1, la insulina es nuestro mejor aliado. Si en la tipo 2 la acabas necesitando, no tengas miedo: la insulina no es un fracaso, sino la solución.