Olvidar la insulina; un error imperdonable

Olvidar la insulina
Photo: Ramzi Hashisho in Freeimages.

Así se te queda la cara cuando, de repente, horas después, te das cuenta de que te has olvidado ponerte la insulina. Como ya he comentado alguna vez en otra entrada, la diabetes siempre se ve afectada en mayor o menor medida por todo lo que nos rodea, como bien sabéis. Porque a la diabetes todo le afecta; es muy sensible. Si estás emocionado, si estás nervioso, si estás triste, si estás enfermo, si estás enamorado, si han roto contigo, si estás deprimido, si estás medicalizado, si estás tonto… bueno, esta última no. Y como yo últimamente estoy un poco más alterado que de costumbre, tras la vuelta de vacaciones y el comienzo del nuevo curso, me ha pasado lo que a tantas personas con diabetes les ha pasado alguna vez, aunque no siempre tiene las mismas consecuencias: el olvido de la dosis de insulina.

Olvidar la insulina no es ni mucho menos habitual

Olvidar la insulina no es frecuente. Yo creo que no habrán sido más de 3 veces las que en mis 28 años con diabetes me he olvidado pincharme. Y eso que soy de natural ligeramente despistado y decididamente atolondrado. Pero quizá por ser meticuloso y aplicado con la diabetes, no he sufrido más que en unas 3 ocasiones este incidente. Y el de hace unos días sucedió con la más benévola de las insulinas para un olvido: la insulina basal (en mi caso Lantus). Irse a la cama y ponerse la Lantus es un ritual automático difícil de olvidar. Tan sólo cuando algo o alguien altera esos momentos o rituales automatizados, es cuando existe el riesgo de olvidar la insulina. Por eso siempre digo que en los momentos de ponerse la insulina, uno debe abstraerse del mundo y -como en las películas de ciencia ficción cuando el protagonista se mueve, pero todo a su alrededor se mueve en cámara lenta- tomarse su tiempo para conseguir la máxima concentración.

¿Y qué pasó?

Pero como he dicho más arriba, la insulina basal es agradecida con los errores. Y lo que yo pensaba que sería una hiperglucemia de escándalo al levantarme la mañana siguiente, fue un sorprendente 145. Y además durante todo ese día tuve unas cifras más o menos parecidas a las de cualquier día normal, a pesar de que por mis venas no corría nada de insulina basal.Y es cuando te haces esas preguntas tontas que sabes que no debes hacerte, pero que no puedes evitar: «¿Entonces para qué sirve esto que me chuto cada noche?». Es como cuando un buen día, sin saber porqué, las constelaciones se alinean y por alguna extraña y esotérica razón, pasas todo un día entero normoglucémico, comas lo que comas, hagas lo que hagas. ¿Quién no conoce estos «happy days» que suceden a veces? (menos de los que quisiera, por cierto).

[Tweet «La #diabetes está ahí, escondida, agazapada. «Lista para joderte», sería su eslógan.»]

La diabetes es rara; raruna, que diría Joaquín Reyes. A veces creo que tiene vida propia y es como una especie de Tenia que, alojada en lo más recóndito de tu cuerpo, vive alimentándose de ti; te chupa energía, vitalidad y fuerza mental. Y si le dejas, te podría seguir chupando hasta dejarte como esos personajes de los dibujos animados a los que les ha caído un piano encima y se quedan aplastados. Está ahí escondida, preparada. «Lista para joderte», sería su poco diplomático eslógan. Y para contrarrestar eso, no sólo sirve la entereza mental, sino también la ayuda de otras personas que -aunque no cerca físicamente- sí lo están psicológicamente, porque entienden lo que dices y comparten tus pensamientos y tus sensaciones. La gran ayuda de quien te entiende. En eso se basan las asociaciones de pacientes, foros y las más modernas escuelas de pacientes o redes sociales de pacientes (como la de Kronikoen Sarea en el País Vasco). Como pasa en otras cosas de la vida, la unión hace la fuerza también en la diabetes. Unión implica intercambio: ideas, experiencias, aprendizaje, conocimientos… ese flujo de información tan importante nos lo estamos intercambiando día a día gracias, entre otras cosas, a la Red. Pero cuando te enfrentas a tu chute… estás solo ante el peligro y debes concentrarte al máximo. Olvidar la insulina es un error imperdonable. ¡Que no te vuelva a pasar, que para eso eres un Jedi! ¡Sí, Señor!